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latercera

la vía nuestra menos 1

El domingo por la noche dormí en un tren de Granada. Intenté coger el sueño cuando partía, mientras escuchaba a Lorenzo pedirle bailar a Mansisha. Se me cerraban los ojos en Alcázar de San Juán, caminaban hacia levante, despertaban en Valencia, descansaban en Castellón, y reposaban en Tarragona. Estuve toda la noche viajando en una avioneta. Lorenzo había resulto el caso mucho antes, desengañado en un lavabo, prendido por una chica. Desperté el lunes a las 5 de la mañana. Llegar a Sants es una odisea. Olía a pana, y pana fuí. Caminando de noche, todavía, compartiendo calle con el panadero, el obrero, el carajillero, el taxista y los chófers de los autobuses llegué a Sants. Me fui a mi rincón de Sants. Tengo uno. A casi nadie le gusta. A mí me encanta. Es el único lugar de la estación donde se puede fumar, y se ven muchas cosas desde allí. De fuera, de dentro. Maletas, historias. Me inventé historias. Yo tenía la mía, pero pensaba en la de los demás, para matar el tiempo. Pensaba que todas las historias se podían reescribir. En una estación sólo es cuestión de quedarte, o no quedarte, de esperar, o no esperar, de partir hacia el norte, el sur, el este, el oeste. En una estación de tren, en Sants, puedes reescribirlo todo. Yo lo traía escrito de casa. Me detuve en un papel de la pared: "desaparecido". Me llamó la atención porque daban una recompensa de 1.000 euros por una pista, y te podías llevar un recortable con un teléfono, como en esos mismos anuncios de "busco compañero de piso" o "se ofrece señora de la limpieza". Me mató la similitud de la forma de poner el anuncio. Pensaba en los desaparecidos, y más que en ellos, en sus familias. Una vez estuve en un concierto benéfico de la asociación de personas desaparecidos de Catalunya. No creo que pueda olvidar los ojos de toda aquella gente. ¿Porqué desaparecen las personas?. Es demasiado cruel, más incluso que la muerte. Regresé a la estación, la gente decidía cosas. Charlé con un taxista, y le expliqué mi opinión. Casi le doy la dirección de mi blog, pero creo que no me hubiera entendido. Creo que nos quejamos demasiado. Llevamos nuestra comodidad hasta tal extremo que no me extraña que falle todo. Da igual quién sea el ministro, el partido, o la constructora, ...Queremos trenes, de cercanías, aves, aviones, queremos vacaciones, queremos comer más y mejor que nadie...lo queremos todo. Y me parece tan normal que todo falle...Pero aún así nos quejamos. Desde fuera de la estación, miraba a la gente quejarse mientras en el cristal se reflejaba el cartel de "Desaparecido". Un hombre tocaba la guitarra, otro bailaba break-dance. Otros se quejaban. En el Chad, trafican con niños. En fin...Por la vía nuestra menos 1, llegó Anna en avioneta. Y desde entonces, mudanza, toda. Besos de Martes. Esta canción dejo hoy, cuando creía yo en Tontxu. "Corazón de mudanza"

2 comentarios

acróbatas -

"¿Por qué desaparecen las personas?." ... ufff... si pudiésemos saberlo... :-(



Es curioso, el domingo viajamos en el mismo tren... ;-)

síl -

yo hace tiempo que llegué a una triste conclusión (en la cual me meto yo también): cada vez queremos más y al final tenemos menos (vida-feliz)...

precioso texto, ru